Embzula II
Embzula II
La noche
no dejaba que se movieran las hojas de los arboles en Anserma, Arcesio quería
llevarle esa flor, que le dice: hace días te tenía pillada florecita, linda
como la Anastasia, la reina de los bucles negros y cachete rojitos como el
tomate, pensaba y se relamía el alma el hijo del carretero. La ventana tenía
una luz tenue aun encendida entre las cortinitas de corazones rojos que
colgaban detrás de la entre abierta ventana de madera del cuarto de Anastasia. Niña
Anastasita, que soy yo, el Arcesio, que vine como le prometí, susurraba el hijo
del carretero para no ir a hacer mucho ruido y levantar sospechas de las
criadas y los perros que dormían con la gorda Amanda, la criada traída de las
Europas viejas, para que fuera nana y tutora en música y no sé que más cosas de
las niña Anastasia; la hija del ruso Anov, dueño de casi toda tienda en Anserma:
que la carnicería, que la relojería que atendía el ruso personalmente, que la
lechería que traían del hato, que los quesos del ruso, que la panadería donde vendía
el ruso panes bien raros que todo el mundo en Anserma termino comiendo porque
era todo lo que había de pan.
Que se
duerma niña Anastasia, que mañana salen en las bestias con la niña Amapola, que
a doña Agustina no le gusta que nadie le llegue tarde a sus cosas, le decía la
criada Amanda a la niña Anastasia, la rubia mejor amiga de Amapola que en esa
noche esperaba impaciente al hijo del carretero, que porque le dijeron que él
era bien conocido de don Alvarito II, y como la Pola no daba ni razones en
lenguas de su hermano, le tocaba hacer las averiguaciones por su cuenta. Que
niña Anastasita, escucho otra vez, la nana se había ido a su cuarto, y pudo
salió de la cama donde pretendía dormir, pero aun vestida con sus pantalones
bombachos de montar caballo. Hola mi niña Anastasita, que le traigo esta flor
que corte en el camino para la más bella señorita de Anserma. Que no me diga
bobadas Arce, que si me trajo la razón que le dije, que no pude niña
Anastasita, fíjese que el señorito Alvarito ese, no salió en todo el día,
hizque está con calentón porque le pico un alacrán de esos feos y grandes, que
estaba metido debajo de su almohada donde dormía. Un alacrán?, y eso es
peligroso?, se le salió la voz a la Anastasia como durito y con temblorcito, e
inmediatamente se tapo la boca con esas manos rosaditas que tiene. Me gustan
sus manos niña Anastasita, que no diga bobadas Arce, váyase a dormir que con
esta algarabía se viene otra vez la nana Amanda y me pegan mi regaño.
Lo que más
odio es tener que herir un animal sin culpa, le grita al piso y al silencio de
la noche, cuando entre la oscuridad ciega de la cocina, busca el lugar donde se
supone que dejan los fósforos. Claro como las mujeres le cambian a todo de
puesto, enciende la vela después de un segundo intento… están en su puesto,
escucha que le grita su mujer Anna, ansermeña de pura cepa por generaciones, no
como don Apolinar que se vino con los arrieros desde su tierra adoptiva,
Antioquia, porque de origen, decían unos, es vasco, otros, que de esos salvajes
visigodos invasores de las tierras vikingas. Lo cierto era que parecía vikingo
con acento vasco. Se fue con la vela prendida hacia el despacho luego de servirse
un poco de agua, lo había despertado una puntada en el estomago, que no se come
más de un banano por las tardes, que son pesados y que además con frijoles, le
cansonaba su hija Agustina, la mayor de siete hijas y un solo varón, su
favorito Polito, donde colocaba las esperanzas del futuro de la familia don
Apolinar. Se reclinaba en su silla con la guitarra en mano, esperando que los
vientos del estomago salieran y le bajara la pesadez en la boca del estomago.
El silencio de la noche era total puro y limpio, no tenia ruidos ajenos.
Aprovecho don Apolinar el silencio y dejo caer sus dedos entre las cuerdas metálicas
de su hermosa guitarra que le había traído de España su hermano Arnold, el
viajero loco y solitario de la familia Arango.
De la
hacienda El Arado, hasta Anserma, mando don Álvaro al capataz con toda la
muleria cargada de café, para guardarlo en sus bodegas donde compraba, trillaba
y exportaba su propia marca a los gringos al otro lado del charco. El negro
Araujo, que de negro solo tenía el sombrero terciado y la ruana, llevaba el
muladal mientras cantaba esa guabina que le gustaba tanto a Arcadia, la
cocinera de la casa del patrón. Machete trensiado en vaina decorada y con los
flecos del cuero bien largos que le llegaban casi a las alpargatas untadas del
lodo del boñigal. Carriel de los buenos donde llevaba de todo, hasta la aguja gris
larga pa cerrar bultos de café. En la tienda de la esquina, estaban, el gamonal
de la finca Los Altos, con sus secuaces que lo voltearon a mirar así como de refilón
y con agriera cuando bajaba. El negro Araujo sin miedos se estira el bigotico y
en su ojo café oscuro como pepa de café tostao, se refleja el diente de oro del
gamonal en su sonrisa muecuda de saludo. Que tenemos Araujo?, la tierra enviando
su producido, cierto?, buenos días le responde el negro Araujo, no quería
mezclar la tranquilidad de su mañana con complicaciones del idioma a tan
temprana hora, menos con el gamonal de Los Altos, con quien en el pasado,
cuando su memoria se lo recordaba, había cruzado frías letras salidas de una
geta untada de aguardiente en las pasadas fiestas patronales de Anserma. Todo
porque le dije que respetara más a las mujeres, al intentar él sobrepasarse con
la hija de doña Arcadia, que de no haber sido por don Álvaro que infunde
respeto con solo su presencia y su tamaño, la cosa se habría ido a lo pior. Hasta ahora ya son 700 bultos contaditos,
le dice el negro Araujo al patrón. Negro, necesito doblar el producido del año
pasado, hemos sembrado a media sombra más de diez mil maticas en las laderas
que van pal ato de los Anov, y además porque los gringos se vinieron a poner
pedido en grande Araujo. Mire patroncito ud como toman de café allá en la
gringolandia, no Araujo, es que a toda esa gente tienen que tenerla encafeinada
para que funcionen mejor y trabajen y no se den cuenta de nada. Pues pa rematar
les embuten la coca cola esa patroncito, llena de coca paque así si no se
enteren de naita pues.
Labels: Arte, arte colombiano, arte+pinturas+cali, pinturas+colombia
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