Embzula 5
Embzula V
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Un día
cualquiera de fin de semana, cuando todo el campesinato y los hacendados se reunían
en la plaza principal de Anserma, se vio aparecer por la carretera que va a
Manizales, cuatro manes en moto, llevaban gabán negro y uno de ellos arrastraba
un ataúd metálico de igual color. Parquearon las motos y soltó uno de ellos un
gargajo al piso cerca del mozo que se ofreció a cuidarlas sin decir una
palabra. Caminaron cada uno en sentido opuesto hacia las cuatro salidas de la
plaza, el que cargaba el ataúd, lo descargo antes en forma vertical mirando el
cielo en el centro del parque. Cuando todos cuatro motociclistas estuvieron
puestos en las esquinas de la plaza, a un vistazo entre ellos, un ceñido de
ojo, sacaron a relucir sipote de tartamudas que desde dentro de los gabanes
descansaban y comenzaron a escupir plomo ventiado en toda dirección haciendo
que el campesinato y los hacendados y sus familias fueran cayendo uno a uno
según el peso de la grasa, hacia el cemento o sobre la grama. La plaza se
coloreo de un rojo carmesí que el sol veloz evaporo para que nadie se diera
cuenta del regazón. Cuando se disipo la niebla solo quedaba el ataúd en pie,
porque hasta las palmeras, arboles y fachadas de las casas del frente de la
plaza, incluida la alcaldía, la iglesia y almacén del abuelo, quedaron
completamente destruidos. Los señores del gabán se encaminaron al centro a
ceremoniar el ataúd, pa sorpresa, salió de adentro Amapola, la de los ojos
limón, loca como ella sola insultando a gritos agigantados la presencia de los
extraños, vio de reojo los muertos regados por el piso sin misericordia, entre
ellos su familia entera, sirvientes, el ruso, Anastasia, y al hijo del
carretero. ¡Porque!, les gritaba, pero nada de lágrimas, tenía que caracterizarse
ante los del gabán y aplicarles la retorica, pensaba que si no, de otra forma
la matarían también a ella. ¡Porque!, les volvía a repetir suavemente. El del
ataúd, cogiendo el cajón y dándole la espalda, simplemente le fue diciendo
mientras se dirigía hacia las motos parqueadas con sus camaradas: “Porque es una historia patética y estúpida,
cambia de cuento Amapola”, y se marcharon… sonó un celular cuando ya
estaban montados sobre las motos, contesto el del ataúd, “Numero equivocado, ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja”, se
escucho gritar, y se largaron!
Amapola
quedo pendeja mirando como el reguero de cadáveres se iba desvaneciendo de su
mente y se transportaba ella como escritora al nuevo cuento que estaba
escribiendo: “Apuntes de Abordo”
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Labels: Arte, arte colombiano, arte+pinturas+cali, pinturas+colombia
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